La Iglesia en 12 semanas, dedica su segunda entrega a la educación.
Educar es ofrecer un futuro. En la educación se prepara el camino que hace de cada ser humano un mejor humano.
Por eso, todo el esfuerzo que se haga en la educación es un esfuerzo necesario que contribuye al beneficio de todos. Al beneficio de cada pueblo, de cada ciudad, de cada sociedad.
La Iglesia se empeña en la educación desde sus orígenes: los maestros con sus discípulos en el tiempo apostólico, las escuelas monásticas y también estuvo presente en el nacimiento de las universidades.
Más cercana en el tiempo está la educación escolar de niños en situación de pobreza y abandono que encabezan carismas como los de S. José de Calasanz, S. Juan Bosco o S. Juan Bautista de La Salle.
La presencia eclesial en la educación tiene una larga historia y hoy, en nuestro país, sigue realizando una importante contribución a la educación de niños, jóvenes y universitarios. Innumerables instituciones educativas, concertadas o privadas, ofrecen la mejor educación con el modelo de Jesús como referencia concreta.
La Iglesia ofrece este modelo en la educación infantil, en la obligatoria, y también en la Universitaria. Alcanza la formación profesional y la educación especial. Una educación que alcanza a millones de alumnos y redunda en un beneficio para toda la sociedad.
Aunque los resultados de la educación se ven en el futuro los esfuerzos para conseguir esos frutos se realizan en el presente. En ello trabajan decenas de miles de profesores que conocen los fines del proyecto educativo. Son los que ponen toda su dedicación y esfuerzo al ser conscientes de que los alumnos bien educados hoy harán posible mañana una sociedad más humana.
Fuente: https://www.conferenciaepiscopal.es/