El pasado 14 de abril se cumplían 90 años de la proclamación popular de la Segunda República, tras unas elecciones nacionales que ganaron los monárquicos, pero que al haber vencido las candidaturas republicanas en las grandes ciudades, decidieron echarse a la calle, y el Rey Alfonso XIII decidió abdicar y dejarles el poder.
El inicio de la República en mayo de 1931 con la quema de Iglesias, conventos, bibliotecas y centro de enseñanza religiosos auguraba el caos y violencia que caracterizaría a esta triste etapa de la historia de España.
En 1934, y tras la victoria de las derechas (la CEDA) y cuando decidieron ocupar tras meses de Gobierno del Partido Radical ministerios secundarios, las izquierdas, indignadas por hacer a lo que legalmente tenían derecho las derechas, organizaron un movimiento revolucionario en octubre de ese mismo año que pudo desembocar en una Guerra Civil y que originó algo más de 1000 muertos.
En febrero de 1936, tras unas elecciones con fraude y violentas, como ha quedado demostrado por varios autores, se inició una nueva oleada de violencia y de amenazas de muerte a los políticos de las derechas en el Congreso, que acabó con el asesinato a manos de las izquierdas del jefe de la oposición, Jose Calvo Sotelo, así como un alzamiento militar al que se sumó media España para frenar lo que a todas luces se veía como un movimiento revolucionario y de violencia para llevar a España a una dictadura comunista dependiente de la Unión Soviética, como declaraban políticos como el socialista Largo Caballero, que no ocultaba sus verdaderas intenciones. En este periódico afirma «no debemos cejar hasta que en la torres y edificios oficiales ondee la bandera roja de la revolución».

Los nacionales reivindicaban la unidad de España, la defensa de la Iglesia y la Cultura Cristiana así como la propiedad privada frente al bando del Frente popular que pretendía dividir España, destruir a la Iglesia así como liquidar la propiedad privada y las libertades en una dictadura comunista. Contra todo pronóstico, ganaron los nacionales la guerra e implantaron un Régimen Autoritario desde el final de la misma hasta 1975.
En la actualidad, buena parte de la izquierda reivindica esta etapa prerrevolucionaria como un modelo de democracia y a sus políticos como unos demócratas, lo que dice mucho de la visión de la democracia de la izquierda actual, a la que pone muy nerviosa que se les muestre que su versión de la historia es comunista y por tanto muy alejada de la democracia. Por ello, la reacción de las izquierdas suele ser la palabra mágica “fascista” o la censura, que de hecho pretende instaurarse legalmente a través de una reforma de la Ley de Memoria histórica, Ley que impone una versión comunista de la historia de la II Republica, la Guerra Civil y el Franquismo, lo que supone una exaltación del comunismo contraria a la resolución del Parlamento Europeo de septiembre de 2019.
Recomendamos esta entrevista en el ToroTV a Pío Moa sobre la Segunda República, de abril de 2021.