En octubre de 2020 el Partido Popular presentó una proposición no de Ley para que el Congreso de los Diputados instase al Gobierno a adherirse a la Resolución del Parlamento Europeo de 19 de septiembre de 2019 de condena de los totalitarismos nazi y comunistas así como a adoptar las medidas contempladas en las declaraciones de la citada Resolución del Parlamento Europeo mediante su incorporación a la legislación vigente española sobre memoria histórica o democrática y a los cambios que en ella se planteen en un futuro.
En el texto de la proposición no de Ley se hace referencia al daño que el comunismo ha hecho en España durante la Segunda República y la Guerra Civil «sin embargo, no hemos condenado desde las instituciones los totalitarismos comunistas y los crímenes cometidos por los comunistas tanto en la República como en la Guerra Civil. Tanto es así, que miembros del actual Gobierno aún siguen reivindicando el comunismo y su memoria. (…) Por ello es necesario que España adopte medidas que den cumplimiento a las declaraciones contenidas en la Resolución del Parlamento Europeo. Y también, que las haga extensivas al tratamiento que se le da a la banda terrorista ETA y a sus herederos políticos, inspirados en buena medida por el comunismo.»
El debate de esta acertada propuesta se produjo el 23 de marzo de 2021 y el resultado fue la votación favor únicamente por PP, Ciudadanos y VOX y el voto en contra del resto de la cámara, incluyendo PSOE y Podemos.
En primer lugar tomó la palabra por el Partido Popular la señora GAMARRA RUIZ-CLAVIJO, que tras los antecedentes de la resolución del Parlamento Europeo, puso de manifiesto:
Explicados los antecedentes, los españoles se preguntarán atónitos cómo es posible entonces que la Comisión Constitucional del Congreso se opusiera a la adhesión del Gobierno a una declaración tan fundamental, tan elemental —diría yo—, para cualquier demócrata, como es la condena de los crímenes perpetrados por todos los regímenes totalitarios en Europa. ¿Se trató de un episodio de amnesia histórica que sufrieron varias de sus señorías o acaso fueron víctimas ese día de una enajenación mental totalitaria? Para contestar a este misterioso interrogante, debemos acudir al sentido del voto que formularon los distintos grupos parlamentarios. ¿Qué grupos de esta Cámara se negaron a condenar —abro comillas, señorías, y escuchen bien— los asesinatos en masa, genocidios y deportaciones perpetrados por los regímenes nazi y comunista? ¿Qué grupos no quisieron que el Gobierno se sumara al rechazo a toda manifestación y propagación de ideologías totalitarias, como el nazismo o el estalinismo, o a expresar el profundo respeto por cada una de las víctimas de estos sistemas totalitarios? ¿Quién y por qué razón pudo votar en contra de esta iniciativa? Pues, vayamos al Diario de Sesiones y verificaremos que esos votos en contra se materializan en el Partido Socialista Obrero Español, Podemos, Esquerra Republicana de Catalunya, el PNV, el Grupo Parlamentario Plural y Bildu. Señorías, los españoles son plenamente conscientes de la perversión ética y moral de un partido como Bildu, heredero político confeso del totalitarismo etarra y congénitamente incapaz de condenar sus crímenes y sus atrocidades miserables. Son también conscientes —desde luego, salvando las infinitas distancias democráticas con Bildu— del extravío ideológico de otras formaciones que disculpan en los altares del cinismo progresista las monstruosidades perpetradas por la teología comunista, cuando no hacen directa apología de ella. Y son también muy conscientes del seguidismo acomplejado que hace de todos ellos el Partido Socialista, no hace tanto pilar democrático de nuestro sistema de partidos. Pues bien, a todos ellos, a todos ustedes, señorías, hoy el Partido Popular les brinda una segunda oportunidad, la oportunidad de retractarse en el Pleno del Congreso ante todos los españoles. Les ofrecemos esa ocasión de rectificar y demostrar una repulsa unánime contra los totalitarismos y regímenes autoritarios de toda calaña. Los de toda calaña, señorías, porque en cualquier parte del mundo deben condenarse y porque así además lo recoge esa resolución de la Eurocámara. La Unión Europea tiene la responsabilidad especial de promover y proteger la democracia, el respeto a los derechos humanos y el Estado de derecho no solo dentro, sino también fuera de la Unión Europea. Esto incluye, por tanto, por extensión geográfica y cultural, el totalitarismo que azota, tortura y mortifica a países como nuestra querida Venezuela.
El señor SANTIAGO ROMERO, por parte del Grupo Parlamentario Podemos, hizo una defensa del comunismo a los que asumió a democracia y libertad, por supuesto negándose a condenar ninguno de sus crímenes:
El trío de Colón está en campaña electoral permanente, atacando a la izquierda, copiando discursos y argumentos del NO-DO franquista; criminalizando al comunismo buscan descalificar a los demócratas que trajeron la democracia a España. Para ustedes son comunistas no solo la militancia del PCE, una de las fuerzas políticas que más ha luchado por la democracia y la libertad, sino que, como en el franquismo, han vuelto a utilizar el término comunista para insultar a cualquier persona de izquierdas o que defienda lo público o la garantía de los derechos constitucionales. Los derechos los quieren solo para ustedes, y para los demás nos dejan las obligaciones.
El señor SIMANCAS SIMANCAS, por parte del PSOE, igualmente hizo una defensa de los políticos socialistas que en el pasado defendieron el comunismo, negándose a condenar ninguno de los crímenes del comunismo, y menos los cometidos en España:
Hablan de libertad, la libertad que ustedes defienden en Madrid, la libertad de contagiar, de reventar consensos, de recortar, de privatizar, de saquear los recursos de todos. Esto no es libertad, es injusticia. La libertad es un concepto vacío si no va acompañado de derechos, si no va acompañado de dignidad, señorías del Partido Popular, y esta es la libertad que defendieron Largo Caballero, Indalecio Prieto y comunistas también, como Santiago Carrillo o como los abogados de Atocha, por ejemplo, como Marcelino Camacho, señorías del Partido Popular, gente que merece memoria, reconocimiento y homenaje, sí, en la ley de memoria democrática que traerá este Gobierno, que tiene en su seno socialistas y comunistas, un Gobierno legítimo, democrático y orgulloso de defender el interés general y la necesidad de plantarles cara a ustedes, antes, ahora y siempre, porque socialismo es libertad. Ténganlo en cuenta.
Por parte de VOX, el señor FRANCISCO JOSE CONTRERAS PELÁEZ defendió la proposición no de Ley e hizo una dura crítica a los crímenes cometidos por el comunismo:
«Nosotros vamos a votar a favor de esta PNL. Nos congratula que el Grupo Popular la haya presentado. Creemos, sin embargo, que para ser totalmente consecuentes con ella deberían rescindir el acuerdo de colaboración con el Partido Comunista Chino que firmó Dolores de Cospedal en 2013.
Nos parece un deber elemental de memoria y justicia rendir homenaje a las decenas de millones de víctimas del comunismo a lo largo de los siglos XX y XXI, y parece que es la primera vez que se hace en esta Cámara. Si existiesen diputados que elogiasen a Hitler, que llevasen esvásticas, nos alarmaríamos con razón y, sin embargo, en esta Cámara —y lo acabamos de ver una vez más esta tarde— se sientan muchos diputados que exhiben la hoz y el martillo, reivindican sin ambages los crímenes del comunismo a lo largo del siglo XX, como acaba de hacer el señor Santiago, y alaban la revolución soviética; celebran en sus redes la revolución soviética, que en realidad fue un punch bolchevique; se sienta entre nosotros el secretario general del Partido Comunista, y se sienta entre nosotros el vicepresidente Iglesias, que es público admirador de Lenin.
La impunidad del comunismo procede de un equívoco histórico que es la presencia de la Unión Soviética entre las potencias victoriosas en la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, desde 1945, los comunistas han tenido la habilidad de hacerse pasar por la antítesis del fascismo. Y como en nuestro imaginario el fascismo ha quedado como el mal absoluto, eso implicaría que el comunismo sería el bien absoluto. Ahora bien, en realidad fascismo y comunismo son primos hermanos, lo demuestra el hecho de que después del Pacto Ribbentrop-Mólotov, entre 1939 y 1941, los dos sistemas colaboraron amigablemente, invadieron Polonia al alimón y se repartieron Europa Oriental. Esa amistad solo quedó truncada por la traición de Hitler. Las afinidades entre fascismo y comunismo son evidentes. Nationalsozialismus debería traducirse como socialismo nacional. Ambas ideologías proceden de una misma catástrofe histórica: la Primera Guerra Mundial, con su devaluación de la vida humana, con la impresión general de que el liberalismo había fracasado. Ambas subordinan incondicionalmente al individuo a un Estado total supuestamente portador de un grandioso proyecto histórico, que es la construcción de la sociedad sin clases en el caso del comunismo o la supremacía aria en el caso del nazismo; un Estado total que extiende sus tentáculos a toda la sociedad, infiltra o destruye los cuerpos intermedios tales como la familia o la Iglesia, adoctrina constantemente a la población a través de la educación y los medios de comunicación y encierra en campos de concentración a sus enemigos reales o imaginarios.
Por cierto, la faceta criminal del comunismo no fue una desviación, no fue un accidente, sino que estaba ya implícita en sus mismas bases teóricas, en la obra de Marx. Quien haya leído la obra de Marx sabe que él se burlaba de los Parlamentos, de los derechos, los consideraba engaños con los cuales la burguesía encubría su dominación de clase. Lo más importante que comparten fascismo y comunismo es su interpretación bélica de la historia, la historia interpretada como lucha de clases en el caso del comunismo o como lucha de razas en el caso del nazismo. Y esto conduce a la criminalización de categorías humanas completas; categorías étnicas en el caso del nazismo, por ejemplo, los judíos; clases sociales en el caso del comunismo: aristócratas, burgueses, kulaks, etcétera. En un sistema totalitario como el fascista o el comunista el delito consiste no en haber hecho esto o lo otro, sino en ser esto o lo otro. Lo dijo literalmente Martin Latsis, uno de los primeros jefes de la Checa, la policía política soviética. Los prisioneros de la Checa deben ser juzgados no con arreglo a sus acciones, sino con arreglo a sus orígenes sociales.
El nazismo fue, afortunadamente, destruido en 1945, pero el comunismo nunca ha tenido su juicio de Núremberg. Se da una asimetría muy clara entre los dos. Todo el mundo sabe lo que fue Auschwitz, nadie sabe lo que fue Kolimá. Todo el mundo sabe quién fue Goebbels, nadie sabe quién fue Beria. Pues bien, recordemos desde aquí emocionadamente a los 400 000 cosacos exterminados por Lenin en 1919, los 5 millones de muertos en el Holodomor ucraniano en 1933, los 30 millones de chinos muertos en el Gran Salto Adelante de 1959, los 2 millones de camboyanos exterminados por los comunistas, los Jemeres rojos, a partir de 1975, y los… .